Tu trato con los animales hablará de ti mejor que tus palabras -R.M.J.

lunes, 14 de diciembre de 2020

D.E.P.

Hoy escribo yo, su hija, para comunicar que el autor de Linde 5 ha fallecido. Gracias por este tiempo con el.

martes, 9 de julio de 2019

BLOG COMPLEMENTARIO





Visítalo y conocerás las actividades que desarrollan los defensores de los animales.

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domingo, 16 de septiembre de 2018

Perrita pitbull ayuda a anciano enfermo


ESTRELLA, EL AMOR DE UNA PERRA DE RAZA CONSIDERADA PELIGROSA
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Una perrita vagabunda cuida toda la noche de un anciano con Alzheimer que se había perdido
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Esta es la historia de Francisco y Estrella. Él, anciano diagnosticado con Alzheimer. Ella, una perrita vagabunda con mucho corazón y un gran instinto.
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Sus caminos se cruzaron una noche fría de finales de agosto en Burriana (Castellón). Francisco, de 75 años, salió de su casa sin que nadie se percatara hasta pasado un tiempo. Tiempo suficiente para que se perdiera en la lejanía de su casa. Aunque, no importa que se hubiera perdido más cerca. El Alzheimer con el que lucha cada día, no le habría dejado volver.
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Francisco caminó desorientado y sin rumbo, hasta llegar a una zona de naranjos donde quedó atrapado en un socavón de fango. Al no tener fuerza física suficiente, no podía salir de allí. Fue en ese momento cuando apareció 'Estrella', una cachorrita de Pitbull de cuatro meses que también andaba entre naranjos. No se sabe su procedencia, si es abandonada o vagabunda. El caso es que fue la salvación del anciano aquella noche. Estrella se percató de que Francisco necesitaba ayuda y no dudó en acercarse y tumbarse junto a él para darle calor. Y así se mantuvo durante las 15 horas que la Policía Local tardó en encontrarlos.
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La familia de Francisco no se había olvidado de él, pero tomó la dirección contraria a donde estaba, al empezar la búsqueda. Tras no encontrar ni una pista sobre él, se inició un rastreo masivo en Burriana: 1.000 bicicletas, 60 vehículos, familiares y amigos llamándolo por las calles. Pero nadie imaginaba que Francisco había salido del pueblo por su propio pie.
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Con algún rasguño e hipotermia, así lo encontraron. Pero no estaba solo, ni lo volverá a estar. Incluso cuando se lo llevaron en la ambulancia, la perrita le siguió y se montó con él. Pero al no tener dueño, había que llevarla a la perrera. Entonces, María Gracia (la hija de Francisco) se hizo cargo, se quedaban con ella. Y así fue como Estrella ganó una familia, gracias a su gran acto de bondad. De ahí su nombre; según hija de Francisco, para su padre “la perrita fue su buena estrella esa noche oscura”
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La madrugada del suceso a Francisco lo llevaron al hospital y a Estrella al veterinario. Días más tarde, tras curar al anciano y desparasitar a la pequeña Pitbull, ambos se reencontraron, Estrella corrió hacia Francisco como si lo conociera desde siempre. Lo primero que hizo fue lamerle las heridas que todavía tenía en las rodillas. María Gracia, no pudo contener las lágrimas al ver esta entrañable escena. Desde ese momento, los protagonistas de esta historia con final feliz, viven juntos bajo el mismo techo,  donde Estrella se encargará de cuidar fielmente a Francisco, día tras día.
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Fuente:
http://cg.facilisimo.com/dsk/2309144.html
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Enlaces de interés:
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/castellon/perrita-estrella-ya-podra-cuidar-siempre-francisco_1168984.html
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https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180904/final-feliz-perrita-anciano-alzheimer-7017308
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SI NO SABES AMAR A UN ANIMAL TODAVÍA NO HAS APRENDIDO A VIVIR
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PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ
http://linde5-otroenfoque.blogspot.com.es/
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miércoles, 1 de agosto de 2018

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UNA DEMOSTRACIÓN DEL AMOR MATERNAL ANIMAL
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Una orca en duelo cargó por el océano durante tres días a su cría muerta
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30 de julio de 2018  
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La tristeza de una ballena orca desconsolada se ha convertido en un emblema de su población en apuros. La ballena cargó a su cría, que murió media hora después de su nacimiento el 24 de julio, en su nariz durante al menos tres días.
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Ken Balcomb, el fundador del Centro de Investigación de Ballenas, dijo a The New York Times: "Sabemos lo que está pasando, pero esta es una especie de gira casi, como si simplemente no la soltara".
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Cuando el cuerpo cayó al agua, la madre lo arrastró hacia la superficie. Luego nadó con él por 150 millas en el Océano Pacífico, desde la costa de Victoria, Columbia Británica, hasta las aguas cerca de las Islas San Juan y Vancouver.
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"Nos apena informar que un bebé de ballena asesina murió al poco tiempo de nacer en Victoria, Columbia Británica. Al recién nacido se lo había visto vivo y nadando con su madre", reportaron en Twitter el Centro de Investigación de Ballenas.
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Fuente:
https://www.lanacion.com.ar/2157653-una-orca-en-duelo-cargo-durante-tres-dias-a-su-cria-muerta-por-el-oceano
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Enlace:
https://saludmentalperinatal.es/por-tercer-dia-la-madre-orca-en-duelo-lleva-encima-a-su-cria-muerta/

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SI NO SABES APRERCIAR EL DOLOR DE UN ANIMAL, TUS SENTIMIENTOS ESTÁN EN ESTADO DE AUSENCIA
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PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ
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miércoles, 23 de mayo de 2018

KOSTIK: El perro de los novios.


Autor del texto: RICARDO MUÑOZ JOSÉ

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¿UN CAN HIZO DE LA ESPERA EL OXÍGENO DE SU VIDA?

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... Togliatti, Rusia, verano de 1995. El coche se aproximaba a la ciudad acarreando en el vientre una joven pareja. Al volante él, al lado ella, y en el asiento de atrás, un perro ovejero alemán dormía rezumando sosiego. La felicidad flotaba en el aire. Los corazones enamorados latían al unísono. En cada mirada un mensaje, y en cada mensaje una renovada promesa de amor.
..... El asfalto en calma, un escaso tráfico, y las ruedas sueltas en monótono diálogo con la aspereza del pavimento. Una curva. De pronto, ¡sobre la calzada un camión sin las luces de precaución! Al conductor no le dio tiempo de evitar la acometida... ¡El choque fue brutal! Un ruido ensordecedor acompañó el vuelo de las chispas del metal agredido. Después, silencio... La carrocería destartalada mostraba una mueca de espanto.
..... La esposa murió en el acto. El hombre, moribundo, quedó atrapado en el amasijo de hierros retorcidos. El perro salió disparado sin sufrir daño alguno.
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.... Otros vehículos frenaron y varias personas descendieron apresuradas, a unirse a los vecinos que acudían a prestar un primer auxilio.
..... Entre todos, aunando esfuerzos lograron sacar al conductor del cepo metálico. El perro, mudo testigo, observaba. Observaba sin comprender.
..... El ulular de la sirena anunciando el arribo de ayuda, pidió paso. La ambulancia constituía el único puente a la salvación. Los sanitarios cargaron al herido en una camilla. El accidentado, en un relámpago de conciencia, alcanzó a mirar al can como diciéndole "espérame". La estridencia de la sirena obtuvo vía libre, y acabó apagándose en la distancia llevada por la urgencia.
..... Al poco rato, el cuerpo de la única víctima partió rumbo al depósito de cadáveres.
..... El perro, en silente actitud, miraba.
..... El andar del tráfico tornó a la normalidad. La vida seguía.
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.... A las pocas horas el flamante esposo abandonaba este mundo, seguramente para continuar el interrumpido sueño de amor en otra dimensión; en ese eterno rincón de las almas diáfanas. En la muerte, los dos estarían juntos nuevamente.
..... Según la versión oficial, el automóvil color guinda había chocado contra un camión parado en la carretera por culpa de una avería. Los fallecidos eran Yuri y Elena, una pareja de recién casados que pasaba por Togliatti, regresando del viaje de boda.
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..... Lo empezaron a ver sentado a la vera del camino, en aquel verano de 1995. La solitaria presencia del animal atrajo la curiosidad, y esa curiosidad derivó en la simpatía general. Nadie lo dudó; esperaba el regreso del amigo al que vio salir convida. La fidelidad irrompible, envuelta en una mansedumbre adobada en espinas, cual espada existiendo en medio del dolor, era la desoladora imagen de un pétalo caído percutiendo en los ojos humanos; descabalgando emociones. Sin saberlo, el perro, minuto a minuto, jornada a jornada, íbase haciendo paisaje.
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... El adurir inmóvil del estío, igual que un insondable fantasma, insistía en entonarle la canción del abandono, invitándolo a la renuncia. Más él, desde la cima del desespero destilaba un firme convencimiento; si Yuri de allí partió, allí volvería.
..... Paladeando soledad en la inalterable persistencia, y convirtiendo la espera en música callada, elevaba el marchito mirar hacia el abismo del silencio, a fin de procurar en el vacío un asidero de consuelo. Mientras tanto, crujía el desamparo en el vibrante galopar de las máquinas montadas en la inutilidad de la prisa. Las orejas se alzaban al divisar un automóvil, y corría a su encuentro. Incluso, muchas veces, en veloz carrera acompañaba el cruce de un vehículo. Los coches desaparecían tragados por la brumosa boca de la lejanía, y él quedaba ahí, olfateando el aire, mirando sin descanso. Los ojos recorrían la calzada como barca a la deriva, sin rumbo, sin timón, sin puerto. Siempre con la umbrosa mirada agregándole sombra a la solitud, y la desolación que lo coronaba poniéndole en la testa el peso de la expectativa.
..... Hubo personas bondadosas, que dolidas por el drama del animal, intentaron adoptarlo y así darle un nuevo hogar. Ninguna tentativa alcanzó el éxito; el can volvía al borde del asfalto, y armado de una infinita paciencia, manteníase al acecho aguardando el ansiado retorno de Yuri. Y allí estaba, desde el esplendor del día sin final hasta el tramo crepuscular, para que su amor sobrevolara la noche inquietante; asumiendo la realidad desnuda, remando a contracorriente, poniendo en el reencuentro el impalpable aleteo de una ilusión.
..... Para aliviar tan amargo hado, los vecinos le traían comida y agua.

..... A raíz de la conmovedora insistencia de aquel animal sin nombre, el pueblo lo llamó Kostik (diminutivo de konstantin, "constante"). Y Kostik, enarbolando el cariñoso calificativo, perduraba al borde del pavimento, fiel al desabrido designio; manteniendo en la superficie el discurrir del inquebrantable atalayar.
..... Palpitando al compás del sitio, el pobre era solo un bulto viviendo en el titilar del empeño; una presencia pálida que silenciosa recorría las venas de la esperanza.
..... El firmamento en interminable transformación mudaba el maquillaje, yendo del azul cobalto al suntuoso bermellón, acabando por desembarcar en el azabache espolvoreado de titilantes astros. Y él sin moverse, en muda actitud, escuchando a la larva calar la tierra, viendo brotar la hierba, parpadeando por el ímpetu de la luz, mordiendo la espera en el desfile de los días, adecuando el aullido a la indiferencia de la piedra.
 
(Única foto de Kostik)
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.... Llegó el invierno, y con el invierno las primeras nevadas. La gente, enternecida, llevábale agua tibia y cajas de cartón donde pudiera cobijarse, puesto que vivía acosado por la nieve, a merced del llanto del cielo, en medio del trueno terrible, desnudo frente al azote de la tormenta, y a unas temperaturas de hasta veinte grados bajo cero. Pero nada doblegaba la voluntad de Kostik. Estación tras estación, ya sea atenazado por el imperio del frío o la prepotencia del calor, él resistía imperturbable, atornillado al sitio, inaccesible al desaliento; con las pupilas estampadas en el pavimento, y acompañado por los árboles que lo miraban desde la estatura de las ramas. Ninguna fuerza podía apearlo del empeño; ni el mazazo de las horas, ni el peso del cansancio, ni la intemperie aniquiladora. Solamente iba a claudicar ante el puño de la muerte.
..... Día y noche, noche y día, para Kostik todo expresaba carencias de forma y de longitud. Cada jornada resumía un opaco espejo temblando en el rugir de los motores, trayendo desde lueñes sitios un repetido ambular tachonado de desesperanza.
 
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... El infinito aterrizaba en la infinidad de una gota, la sombra resumía el vacío, el temor abanicaba los huesos, la tierra latía sin agobios; en cada aurora recobraba la vieja piel, y cuando la oscuridad íbase hundiendo en los dedos de la luz, la noche ya era un raudal imparable amenazando la penumbra que corría a refugiarse en los frisos de las cosas, absorbiendo la temeridad de lo ignoto. Tras el tranco nocturno, el cielo enseñaba el caparazón azul a fin de que la claridad esculpiera figuras derrumbando miedos, removiendo colores. Una jornada más y todo igual; el hielo seguía agazapado en el agua, la nieve campaba encerrada en la nívea consistencia, los ríos no detenían el viaje sin retorno, ni el asfalto dejaría de lijar las ruedas. Kostik enfrentaba la tenaz desolación teniendo al viento silbando en la carretera, el revuelo de pájaros anunciando lluvia, y el desfile motorizado midiendo la distancia.
 
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.. Transcurría el año 2002. La noche adulta se abrió al estallido de la indisposición. De golpe el plomo de una molestia le desembarcó en el cuerpo, y al caer en manos del dolor, el corazón trastabillando le habló a Kostik de un severo contratiempo; la proximidad de la insalvable partida. Caminó casi arrastrándose, hilvanando esfuerzos y jadeos. El bosque cercano le mostró el cobijo de la madera. El disparo de un gemido rodó apuntando a la tumba, hasta quedar atrapado en medio del murallón vegetal. Cayó diseñando un ademán de resignación. Lejos del oleaje de las miradas y del hierro motorizado. Entonces cerró los párpados, en lontananza escuchó el llamado del adiós, y partió entre el sollozo de las plantas y el mirar de las aves nocturnas. Finalizó su andadura en un apartado peldaño de la geografía, besando la tierra devoradora, que al comerse la carne le comería los huesos. En aquella despedida el mutismo halló asilo en el atril de un arbusto. Kostik ya era pasajero de un tiempo concluido. Se marchó goteando soledad, abrigado por las hojas, transportado por el suspiro de la naturaleza. Así dejó este mundo el catador de sueños, el buceador de estrellas; esa existencia descuartizada por la dentadura de la espera, corroída por el ácido de cada nuevo amanecer, aplastada por el péndulo del incesante reloj. Kostik zarpó al encuentro del amigo. Ahora sí, el ave de la felicidad lo abanicaba con alas de entusiasmo.
..... La alborada derramó luz en el techo de la arboleda, y Febo, dueño de la claridad, plantó presencia en el discurrir de otro día. Unos niños del vecindario hallaron el cuerpo. Había fallecido de muerte natural. Tal vez, al sentir el aliento naufragar, fue al bosque a morir en soledad, evitando desmoronarse en el lugar que insitía en aguardar a Yuri, su amigo del alma.
..... El entorno quedó poblado de ausencia. Kostik habíase ido del brazo de la parca, y el pesar, al cavar hondo en el ánimo de la gente, dejó que la tristeza reflejada en las lágrimas, echara anclas para siempre en la memoria de todos.
 
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... No obstante, algo extraño sucedió a continuación. El perro estaba muerto, pero los vecinos continuaban viéndolo por las noches. Y no una sola persona, sino varias. ¿Tal misterio encontró hueco en la superstición? ¿La sugestión hacía ver lo que quería verse? ¿Sería un can parecido al que confundieron con Kostik? ¿Se produjo un fenómeno paranormal explicable a través del esoterismo?
..... A iniciativa del Rotary Club, en el mismo punto donde Kostik estableció la espera, le construyeron el mayor homenaje. Lo llamaron "Monumento a la Fidelidad". La ejecución hecha lágrima, saltó de la emotividad a las manos del escultor Oleg Klyuev, resultando una obra realizada en bronce sobre un pedestal de granito. El costo ascendió a doscientos cincuenta mil rublos, suma sufragada por donación popular. Oleg Klyuev, esculpió la cabeza del animal vuelta hacia la carretera, mirando el tráfico, igual que si estuviera aguardando al amigo.
 
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.... El domingo 1 de junio de 2003, un día, por agradable coincidencia, de calor veraniego, tuvo lugar la inauguración. acudieron las autoridades locales, representantes del Rotary Club, periodistas, y habitantes de todos los rincones de la región. Presidió el acto el alcalde Nikolay Rents, quien, muy emocionado, dijo: "Nuestra ciudad ahora posee un símbolo. Así como Copenhague tiene a la famosa sirena, y Bruselas al conocido muchacho, nosotros en Togliatti tenemos un monumento al perro. A un perro que por su fidelidad ya es leyenda".
 
 
..... Con el tiempo la estatua de Kostik devino en atracción, siendo la más visitada de Togliatti. Inclusive, se transformó en paso obligatorio para los recién casados. Las parejas, antes de iniciar el viaje de luna de miel, le frotan la nariz a fin de obtener felicidad. La costumbre ha calado hondo, y por culpa del reiterado ritual, el hocico de la escultura permanece brillante. De este modo, el humilde Kostik pasó a ser conocido en toda Rusia por "el perro de los novios".
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Autor: Ricardo Muñoz José
Reminiscencia elaborada con la historia y las imágenes obtenidas en Internet.

sábado, 25 de noviembre de 2017

La realidad por encima de la ficción

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VIAJE AL INFIERNO



Miré a Bossy, mi perro. Dormía a mis pies. Él descansaba feliz y yo también estaba feliz, porque al fin, después de tanto tiempo iba a trabajar. Por lo visto, los estudios empezarían a darme satisfacciones.
Yo había estudiado medicina, y por vocación me inclinaba hacia la investigación. Y dado que era proclive a una vida científica, meses atrás presenté una solicitud en la Universidad de Nottingham, con la esperanza de ser aceptado y comenzar mi carrera.

Cuando la carta de citación llegó a mis manos, me excité. Fui admitido y debía presentarme al día siguiente.
Al salir, el bueno de Bossy agitó la cola entusiasmado, deseándome suerte.
.-Ha sido asignado como ayudante de investigación.
La frase sonó a gloria. El sueño empezaba a hacerse realidad.




Escoltado por una secretaria de administración, atravesé varios pasillos amplios y luminosos.
Al llegar a la puerta y leer el cartel, el mundo se me vino abajo. En letras doradas ponía: LABORATORIO DE VIVISECCIÓN




En clases de biología yo había practicado la disección con insectos y ranas, y siempre lo pasé mal. Era una práctica superior a mi deseo de aprender. Incluso viví una devastadora experiencia. Con sólo recordarlo me deprimo. Tuve que asistir a una clase mixta para estudiantes de medicina y de enfermería, sobre Intubación Endotraqueal. Pero no era una sesión orientada a través de proyección de imágenes, ni tampoco con el uso de dummys. Iba a hacerse con un gato vivo. El impacto en los estudiantes fue patente. El profesor, en un intento de calmar los ánimos, explicó:
-No vean en este felino un animal doméstico igual al que algunos puedan tener en casa. Este gato está sano y bien cuidado, y se lo mantiene para este fin. Para completar la formación de todos ustedes.
Sí, el gatito era saludable y estaba limpio, pero el miedo en sus ojos hablaba alto; pedía compasión.
El minino pasó de mano en mano, y finalmente lo inmovilizaron. Hubo silencio y lágrimas, No obstante, comenzó la intubación.
Aquel hermoso animal se encrespó acusando el dolor. Su mirada pasaba de rostro en rostro buscando piedad. De los quejidos pasó al ahogo, y sacudió el cuerpo en unas contracciones manifiestas de vómito (algo que no ocurrió porque llevaba ocho horas sin ser alimentado). La desesperación del micifuz en garras humanas, formó un cuadro que aún mantengo en la memoria.
Al día siguiente, cuando pregunté al profesor por el gatito, la respuesta fue tajante:
-¡No sobrevivió!




Entramos al laboratorio. Mis sienes palpitaban desenfrenadas. Sentía debilidad y me movía casi sin fuerzas. La funcionaria hizo la presentación:
-Doctor, el nuevo ayudante.
Era un hombre joven, de gruesas gafas, sonrisa cansada y bien peinado pelo rubio. Me saludó cortésmente, y tras mirarme de la cabeza a los pies en un somero estudio, dijo:
-Haré todo lo posible para que su paso por este laboratorio sea una experiencia decisiva en su formación.




Abrió una puerta. Entramos en una gran sala blanca, limpia, reluciente. Al costado de las paredes veíanse mesas metálicas. En cada una y sujetos por correas, habían perros acostados sobre el lomo, con el estómago descubierto mostrando una herida, o el cráneo perforado dejando ver la masa encefálica, o el pecho abierto. En algunos, los bordes de las heridas tenían alambres de acero haciendo de tensores.
¿Pero, qué mal habían hecho esos animales para estar aquí? Simplemente, no haber tenido un amigo humano y sufrir la falta de amor; la falta de un hogar.
Pude observar corazones latiendo al aire libre. Pulmones hinchándose y deshinchándose. Las venas de los tubos bronquiales que parecían marañas de ramas. Hígados de color rojo brillante. Cerebros soltando una sustancia color rosa blancuzca. Intestinos enredados como un montón de serpientes. Labios temblorosos, hocicos inmovilizados. Y lo más curioso, no se oía un gemido de los perros torturados.




Al pasar, todos los canes volvieron la vista hacia nosotros, con miradas suplicantes, cargadas de una expresión de oscuros presentimientos. Sus ojos seguían los movimientos que hacíamos.
Sentí un escalofrío. De pronto mi cuerpo se endureció. No podía dar un paso. El médico me puso una mano en un hombro y exclamó:
-Coraje. Usted es un investigador y en nombre de la investigación hay que dejar de lado los escrúpulos.
Tales palabras no consiguieron disipar el frío que me congelaba los huesos.
De repente, en una de las mesas vi un perro idéntico a Bossy, a mi Bossy. Me arrimé e incliné sobre él. Un gesto desencajado se plantó en mi cara y fue a unirse al ritmo acelerado de mi corazón. Capté un olor rancio, un olor a sangre coagulada. Me atrapó el temblor.




El perro estaba tumbado encima de la espalda, con el estómago abierto y un estroboscopio enterrado en el hígado. Lo miré. En aquellos ojos había lágrimas. Respiraba suavemente con la boca semiabierta. El cuerpo le tiritaba, como si estuviera sometido a un dolor constante. Me miraba fijamente, su sufrimiento agonizante me apuñaló el alma. En un impulsivo arranque me acerqué más. Soltó un gemido desafinado. No había luz en sus ojos castaños, y la cola se semejaba a una víbora muerta. Le acaricie la cabeza. Las orejas permanecieron caídas, en postura vencida.
-Bossy –exclamé inconcientemente, atribuyéndole el nombre de mi perro.
El médico se acercó y me dijo:
-Está usted de suerte. El experimento con este animal ha finalizado. Vamos a ponerle la inyección final.



Le hizo una seña a un ayudante. Este se aproximó con una jeringa. Fui hasta el asistente y con voz quebrada alcancé a decirle:
-Por favor, que no sufra, que no sufra…
El llanto rodó por mis mejillas. La pena me paralizó.
-Va a quedar dormido para siempre –explicó el doctor-. Ojalá nuestra muerte sea tan pacífica como la de él.
Yo, cerré los ojos. Renunciaba a verlo morir.
-No se agobie y observe. Esto es muy rápido –aclaró el doctor.
El perro no despegaba los ojos de mí. Poco a poco se fue desinflando, desparramándose en el frío metal de la mesa. La lengua cayó para un costado igual a una marioneta. Largó un leve suspiro… Todo había acabado.
Acongojado paseé la vista por la sala. Los demás perros también me miraban. Y me miraban como acusándome de no haber hecho nada para salvar al amigo.



De pronto, advertí una extraña presencia.
-¿Por qué este silencio? –grité.
Nos envolvía un silencio horrible, un silencio alarmante, espeso, agresivo; era el silencio de la muerte.
-¿Por qué no ladran? -volví a gritar- ¿Por qué no protestan? ¿Por qué no chillan?
El médico se acercó a mí, y con voz calma, aclaró:
-Antes de iniciar el trabajo les cortamos las cuerdas vocales.





Aun siendo un científico vocacional, no pude desentenderme de consideraciones morales y éticas. Los humanos somos la especie preponderante en la Tierra, y poseemos la capacidad, pero no el derecho, de abusar y someter a los animales llamados inferiores, en nombre de la adquisición de unos conocimientos, generalmente pseudocientíficos, que servirán a intereses netamente comerciales…
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De este modo, batí el record mundial de permanencia en un trabajo; emepecé y una hora después fui despedido.
Con este precedente, el deseado futuro científico entraba en vías de extinción. Pero no me arrepentía; mi amor por los animales lo dispuso así.




Llevo unos años trabajando como conductor de carretillas elevadoras, en una empresa de construcción.



Para concluir, voy a recordar una anécdota vivida y contada por el doctor Cristian Barnard.
-"Había comprado dos chimpancés en una colonia de primates en Holanda. Durante meses vivieron juntos, aunque en jaulas separadas, en la sala de espera de mi laboratorio, y muy animados “hablaban” sin cesar. Estaban destinados a la investigación de trasplantes de corazón y actuarían como donantes.
Llevamos uno a la mesa de operaciones. No soportó la prueba. Cuando sacamos el cuerpo y pasamos por delante del otro chimpancé, éste lloraba amargamente, y continuó llorando durante días.
El incidente causó una profunda impresión en mí. Nunca más experimenté con seres tan sensibles".
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Autor: Bryan Jackson – Londres, Inglaterra.Traducción: Gorka Ibarra

http://www.vivisectioninfo.org/
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Texto incluido en el libro "POR LOS ANIMALES" - Un viaje a la ternura.



.LOS ANIMALES; EL SILENCIO DE LOS DÉBILES.
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PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ


domingo, 25 de junio de 2017

Ayudemos a las aves

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ES NECESARIA
TU COLABORACIÓN
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Por favor, difunde
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SI NO SABES AMAR A UN ANIMAL
TODAVÍA NO HAS APRENDIDO A VIVIR
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PUBLICADO POR RICARDO MUÑOZ JOSÉ
http://linde5-otroenfoque.blogspot.com.es/
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